Ha costado lo que no está escrito... tantos años, tanto sudor, tanto estrés, tanto... en fin, tanto. Y al final, todo ha sido una escapada de media hora (porque estaba en el trabajo), sacar la tarjeta, pagar 200 euros de gastos por la tramitación del título (que por otra parte no veré hasta dentro de dos años, como mínimo), que me pregunten: ¿Quieres el título con la especialización o sin ella? (Con ella, ¡por favor! Con el calvario que fue el ruso), una firmita, y me dan un recibo del título.
Y ya está.
No es que me esperara una gran ceremonia pero ha sido muy anticlimático.
Lo peor ha sido al salir de la facultad... estaba pensado, ya no tendré que entrar aquí en mucho tiempo... y esperaba... no sé... esperaba sentir algo... una ligera nostalgia, un ola de alivio... pero no... crucé esa puerta de cristal y sentí nada.
Nada y vacío. Supongo que tiene sentido... es el fin de una era... pero ya tengo el pie en la siguiente...
Ahora solo espero que el tiempo me demuestre que estos años y este recibo han servido para algo.
Adiós Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Alena
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